Ana María Macías 16/06/2011
http://www.enclaverevista.com/libros/articulo.php?id_articulo=3879
El sociólogo burgalés Javier Sáez y Sejo Carrascosa consideran que es necesario hacer una revisión de los discursos actuales sobre la masculinidad
Javier Sáez y Sejo Carrascosa exploran en su libroPor el culo, políticas anales la percepción histórica y social de lo anal como polisemia y metáfora de lo abyecto y aborrecible, como lugar de la injuria y del insulto y como lugar de prácticas de placer, afecto y resistencia.
A lo largo de sus 184 páginas este libro nos lleva a terrenos desconocidos para muchos, temidos por otros tantos, condenados por los más y disfrutados por los reivindicativos actores de orgullo pasivo.
Sáez y Carrascosa proponen una hipótesis de construcción de la identidad masculina a través del binomio penetrable/no penetrable, en contraste con el cuerpo penetrable por antonomasia que en nuestra sociedad es considerado y ha de ser necesariamente femenino. Cualquier cuerpo penetrable independientemente de sus órganos genitales se convierte en femenino y de aquí se derivan el desprecio y ataques a las prácticas homosexuales y a todo lo que remotamente esté relacionado con lo gay. Según los autores, el paradigma de los órganos genitales no define la identidad de los géneros sino que lo que determina esta identidad es su penetrabilidad. Paralelamente, en la práctica, este planteamiento se materializa y fenómenos como el machismo se reforman y fortalecen, el desprecio a las mujeres se sigue manteniendo, si no incrementando dado que penetración equivale a posesión, poder y dominio del agente activo por un lado y subjetivación, desvalorización y desprecio del que recibe, estigmatizado y castigado por su supuesta pasividad.
En definitiva, según los autores el género se construye por medio de la regulación del culo, cuya accesibilidad es controlada y castigada por unas líneas de intervención que conforman un espacio político donde se articulan discursos, prácticas, escarnios, enfermedades, asesinatos y que determinan condenas que pueden acarrear ni más ni menos que la muerte en 8 países del mundo y la cárcel en más de 80.
Según los autores, es necesario hacer una revisión de los discursos actuales sobre la masculinidad, una resemantización de lo anal que no se quede solo en el mero ejercicio intelectual sino que afecte también círculos creadores de discurso social, tales como los agentes de salud, y que permita revalorizar y reivindicar la penetración como acto con nueva performatividad que invierta el estigma social con el que durante miles de años ha sido mortificado.
Aunque escrito en forma de ensayo, su lectura bien puede ser disfrutada como narración, con elementos narrativos clásicos y fácilmente identificables. La lectura dePor el culo, políticas anales no deja a nadie indiferente: es provocador, invita a la reflexión, cuestiona e interpela. Todo lector revisará su postura ante la sexualidad y particularmente la analidad, recapacitando sobre los factores que le inducen a su aceptación o rechazo.
Dos poemas del poeta beat americano Allen Ginsberg abren y cierran este libro. No estaría de más señalar que aparte de la belleza intrínseca de las composiciones en sí, los poemas nos incitan a la lectura y particularmente a la reflexión sobre lo que vamos a leer o lo que ya hayamos leído.
En la introducción, con un tono entre hilarante y reivindicativo, los autores nos ponen en guardia y “contra la pared”: “Este es un libro sobre el culo, un libro alrededor del culo, un libro escrito desde dentro del culo. Pero no es un libro que busque ninguna verdad sobre el placer anal, ni un manual de autoayuda anal, ni un acercamiento antropológico ni científico al sexo anal que ofrezca un saber para consumo de miradas curiosas sobre el “otro”…..”El culo parece muy democrático, todo el mundo tiene uno. Pero vemos que no todo el mundo puede hacer lo que quiera con su culo.”
Los autores, influidos por el análisis de Foucault en su Historia de la Sexualidad, no creen que haya un poder que reprima el sexo o el placer, ni siquiera el sexo anal. No hay unidad en el dispositivo represivo y estas incoherencias son las que a lo largo de siete capítulos quedarán patentes y serán cuestionadas como parte del sistema heterocentrado y machista en el que vivimos y que condiciona el discurso de lo sexual y la sexualidad.
Hay episodios divertidos, estremecedores, estimulantes, hirientes, indignantes y curiosos. Como ejemplo, el caso de Luis Aragonés y su comentario en Alemania en 2006, al ser recibido con un ramo de flores, el cual rechazó declarando “Me van a dar a mí un ramo de flores, que no me cabe por el culo ni el bigote de una gamba”. El análisis de las presuposiciones del enunciado de Aragonés es mordaz y divertido y deja de manifiesto los presupuestos, efectos y valoraciones que subyacen en la práctica sobre el sexo anal.
El capítulo segundo, Los anales de la historia, historia de los anales, mitos como el aparente paraíso gay griego quedan desmontados y explicados como una forma de vigilancia de género vinculada a criterios de clase social. Continúa este capítulo con una breve descripción de la sodomía en la Edad Media, práctica identificada como perteneciente al “otro”, práctica de los infieles, de los musulmanes y precisamente por ello perseguida y castigada. Las políticas de exterminio por determinadas prácticas sexuales estaban en este caso vinculadas a un criterio religioso. Curiosamente el sodomita siempre es el “otro”, al cual se le anexiona un dispositivo de significaciones que varían a lo largo de la historia. El cambio histórico fundamental se produce en el siglo XIX con la aparición y consolidación de las ciencias sociales. El término homosexual aparece por primera vez en 1868 como una figura perteneciente al discurso de la medicina y vinculado a una patología. Desde la medicina se impone entonces un control y regulación que obliga a actuar y a ceñirse a unos roles de género y sexuales.
Ambos autores prosiguen el recorrido histórico y geopolítico del sexo anal hasta recalar en las prácticas del sexo en situaciones de reclusión, el cine porno, el S/M, fiestas pre-pactadas, clubs, donde prácticas concretas revierten la taxonomía médico-psicológica de modo que el constructo sexo-género heterosexista se tambalea hasta caer.
La discriminación de los homosexuales se evidenció y fue potenciada aun más con el VIH-sida, con el lastre de un discurso que asocia un cuerpo infeccioso a prácticas contra natura. Las consecuencias de estas prácticas en actos para los cuales el culo no había sido creado fue, según la biopolítica reinante, factor suficiente para explicar, razonar, condenar, consensuar y autorizar intervenciones. Este castigo o venganza pseudo divina, según unos, no hizo sino culpabilizar a sectores socialmente marginales y de por sí ya vulnerable, intentando de esta manera solapar y ocultar problemas más graves todavía y dejando al descubierto fallos en el sistema sanitario, falta de políticas efectivas en drogas y una evidente discriminación de clase, étnica y sexual.
Paco Vidarte, a cuya memoria va dedicado este libro, hubiera disfrutado enormemente de su lectura, como ya lo hemos hecho algunos y así lo harán muchos más.
Pienso que lo ideal, no pretendo innovar nada porque casi todo esta escrito, es que cada cual disfrute de su sexualidad y que cada uno intérprete como sexualidad lo que quiera; sexo escatológico, lluvia dorada, sexo oral, anal o lo que su a imaginación le lleve. Otra cuestión es que estas prácticas suelen hacerse en privado la mayoría de las veces y creo que cuando la sexualidad, como potencia política que es, esté superada, la mayoría de las desigualdades habrán desaparecido.
Muchas gracias por permitir y crear espacios para que ese tabú tan arraigado vaya quedando cada vez más en el olvido.