MANIFIESTO PORNOTERRORISTA
Existe una guerra allí afuera. Una guerra contra esta sociedad y contra esta civilización que se derrumba. Es una guerra bien curiosa. Solemos confundir al enemigo, equivocar sus santos y sus señas, pensar que nos enfrenta. En esta guerra bien curiosa también solemos confundir a lxs aliadxs, puesto que, muchas veces, es una guerra contra lo que en nuestros cuerpos habita, contra nosotrxs mismxs. Otras veces es una guerra que primero debe hacer que el enemigo/problema tome forma para poder atacarlo. En esta guerra el movimiento más importante, el primero, parte de la liberación de nuestros cuerpos, de su reapropiación, del rescate de sus profundos deseos. El pornoterrorismo es una estrategia artístico-política para hacer de nuestros cuerpos la mejor arma.
Bajo este nuevo orden incierto, una persona ((El pornoterrorismo es un concepto político-artístico creado por Diana J. Torres (Madrid 1981) en 2001 junto a Pablo Raijenstein y desarrollado más adelante a partir de 2006. Tiene diversas maneras de representarse. Una de ellas, posiblemente la más importante, es la acción directa, la performance. +info: http://pornoterrorismo.com)) al principio y un colectivo de guerrerxs ((Colectivos y personas que directa o indirectamente han aportado y aportan contenido, inspiración o herramientas al pornoterrorismo, que forman parte de él:
http://ideadestroyingmuros.blogspot.com
http://postop.es
http://disidenciasexual.cl
http://gofistfoundation.pimienta.org
http://laquimerarosa.blogspot.com
http://mariallopis.com
http://ronathey.com
http://subporno.blogspot.com
http://myspace.com/warbear
http://tokioss.net
http://estudiosjotos.com
http://strangelfreak.blogspot.com
http://sayak.blogspot.com
http://lydia-lunch.org
http://helenlafloresta.blogspot.com
http://hastalalimusinasiempre.blogspot.com
http://lechedevirgentrimegisto.blogspot.com/
http://leomiau76.blogspot.com
http://luddismosexxxual.blogspot.com/2011/08/manifiesto-pornoterrorista-luddita.html
(ir añadiendo quien así lo considere) )) de la disidencia sexual después, han creado este concepto de suma utilidad: el pornoterrorismo, en parte inspirado por el movimiento queer, en parte por el postporno, en parte por la rabia y la necesidad de expresar ideas inexpresables con los códigos del enemigo.
El pornoterrorismo no pasa por la universidad ni las instituciones artísticas ni los ismos políticos para validarse. Por ello habla y grita en un lenguaje sencillo y simple como una granada de mano o un fusil. No entiende de esdrújulas, ontologías, praxis, perogrulladas, etc. Rehuye de la verborrea panfletaria, de aula, de asamblea, de foro, de masas. Se expresa en cambio desde lo soez, lo callejero, lo bastardo, lo inculto, lo indefinible. El pornoterrorismo es para quien no sabe de arte, de literatura, de políticas, de técnicas, pero que sabe de disconformidades básicas, de insurgencias viscerales, de microterrorismos cotidianos.
Se trata de un nueva máquina de guerra, poderosa y potente: arma eficiente que cuenta con manifiesta potencia de destrucción y creación propia de las bestias. Es el fruto desviado, el vástago confeso, del cruce de una noche de juerga entre 20 años de telediarios mal digeridos y represión sexual, las películas gore de serie Z de los 80, el arte de Annie Sprinkle, las voces de Lydia Lunch, Wendy O Williams, Virginie Despentes, Beatriz Preciado y la postpornografía, entre otras muchas cosas. Fruto regado con los flujos de muchxs perrxs anónimxs, mucho alcohol y sustancias variadas, muchas orgías entre amigxs y muchas vacanales…
Este concepto como tal no tiene dueñx porque una potencia de esta magnitud debe poder ser invocada por cualquier cuerpo que se disponga a pelear contra el imperio en términos de desobediencia sexual. Debe poder ser usado por todxs. Esto plantea la diferencia entre quien se va a la guerra y quien quiere vivir del arte, diferencia por otro lado irrelevante dado que la práctica del pornoterrorismo como expresión artística es de principio a fin una batalla. Por ello, el pornoterrorismo no alardea de autorxs pero sí respeta y se alía con quienes gustan de producirlo, utilizarlo, implementarlo. Tiene muchos nombres tras de sí y todos ellos son merecedores de ser nombrados y reconocidos como partes integrantes del pornoterrorismo. Usa licencias y software libre para poder defender sus ideas frente al enemigo acaparador-capitalista y sus máquinas de replicar.
Un nombre no puede ser nunca una marca registrada, a pesar de que sea pegadizo. El pornoterrorismo entiende la identidad como una viscosidad variable, moldeable y en permanente cambio, jamás como algo excluyente. Las identidades son móviles y las podemos construir y destruir a nuestro antojo… El Pornoterrorismo puede (o no) tratarse de una forma de representación artística, un arma política, una carrera personal, una terapia -de choque-, una herramienta de difusión de ideas, una forma de follar, un fetiche, una tocadura de pelotas, una venganza, un juguete para locxs y mil cosas más.
Etimológicamente viene de Porné (en griego, prostituta pobre o esclava) y terror de la onomatopeya “trrr”, propia de una persona con escalofríos que designa un estado superior al miedo, que surge inicialmente como respuesta eficaz, pero que no comporta la desorganización provocada por el pánico, que incapacita al sujeto y rompe la jerarquía de las funciones reactivas.
El pornoterrorismo es libre, político y precario, aunque también puede devenir en el objeto de estudio de intelectuales e intelectualoides. No tiene telos ni líderes, ni subcomandantes, ni cuadros, ni autoridades, puesto que no es, en principio, mesiánico. Es un medio, no un fin. Un medio negativo, mayormente, que jamás niega una acusación, que siempre reacciona ante una increpación, y que se expresa a través de una iniciativa de discurso: no discute con su enemigo ni se defiende, simplemente ataca.
Y como contra-arte, como arma de acción directa, como ritual mágico de encantamiento, como exorcismo público, como máquina de guerra contra el aparato de captura de la norma social hetero, como potencia visual el pornoterrorismo es un modo novedoso de construir un uso de los placeres y reprogramar nuestros deseos, un cómo engendrar nuevas pasiones alegres que acrecienten nuestras riquezas corporales, nuestras potencias inmanentes, un cómo destruir los dispositivos de fabricación de los géneros y así generar una contraproductividad desde el placer-sabiduría.
El pornoterrorismo es un modo privilegiado de hablar el lenguaje del deseo, de lamer la superficie rugosa del sexo y de romper el engranaje del circuito excitación-frustración, el dispositivo que reactualiza con más fuerza cada vez nuestra asignación biopolítica. El pornoterrorismo es una forma de insurgencia, divergencia, contra hegemonía, subversión, una insurrección sexual, y una objeción de género.
Sin ser un concepto popular o de masas, todxs podemos devenir pornoterroristas en tanto y cuanto el pornoterrorismo es un código y, como tal, está abierto. Todxs podemos operar sobre él, y con muy pocos elementos, desde la precariedad más absoluta, agenciárnoslo para nuestra luchas. Cual quimera, hereda del remix y la retroalimentación su forma de componer y de crear desordenada. La “obra” pornoterrorista, en el momento de la recepción comienza su camino verdadero pues es en lxs receptorxs donde ha de producirse la reacción.
Hasta ahora, la forma más común de representación del pornoterrorismo ha sido la performance escénica (también la acción callejera, el pornoasalto y los talleres) que suele constar de algunos de los siguientes componentes verbales y somáticos, de práctica variable en función de la imaginación, la valentía y la creatividad de cada cual:
− Poemas o palabras encantatorias de alguna índole con carácter sexual, terrorista, provocadora y/o que inciten a la acción directa, a la rabia, al calentón, a la reacción. El elemento básico pero no indispensable de esas palabras ha de ser la honestidad y la visceralidad. No deberían ser hueco ornamento ni tampoco de excesiva complejidad, no deben seleccionar quién será capaz de entenderlas y quién no en función de su formación académica sino que esa selección, si se produce, habrá de producirse en función de la apertura mental de las personas receptoras, de su receptividad.
− Imágenes (proyecciones lanzadas por un/una VJ) en torno al género, producciones que esta civilización decadente y horripilante muestra en sus noticieros (verdadera pornografía del imperio narco-gore), pornografía mainstream o imágenes pornográficas que produzcan reacciones automáticas, fragmentos de películas de culto (gore, bizarre, porno vintage), fake-snuffs, ejecuciones reales, accidentes, y cualquier imagen que haga sentir algo (no importa qué).
Estas imágenes son básicas para uno de los objetivos del pornoterrorismo: desbloquear los mecanismos que nos impiden sentir cuando presenciamos (a través de los mass media o en persona) las atrocidades que suceden a nuestro alrededor o en remotos lugares donde parece que no nos afectará nunca (absurda falacia), también para destruir los dispositivos que bloquean nuestro deseo para hacerlo manso y teledirigido. Sentir es la primera fase de la reacción y la imagen, elemento poderosísimo de control, debe ser recuperada para el ojo que siente, para el ojo realmente conectado con las ideas. La calidad de las imágenes será del todo irrelevante: lo importante será que cada pornoterrorista tenga el valor y la paciencia de buscar sus propias imágenes-para-sentir (en la red, en videoarchivos, en los discos duros de lxs amigxs) para de esa forma lograr una verdadera ampliación del trabajo pornoterrorista previo y porque la experiencia de la búsqueda es indispensable en todx pornoterrorista.
− Música o ruido durante algunos momentos de la performance para acompañar las palabras o para realizar acciones que carezcan de palabras. Estos sonidos acostumbran a ser realizados con máquinas electrónicas.
− Desdibujamiento de las fronteras entre performer y audiencia. Es frecuente la invitación a penetrar, intervenir, tener sexo, accionar sobre el cuerpo performante. La audiencia tiene de este modo una oportunidad de devenir performer, de desahogar los deseos originados durante el show.
− Sexo en vivo. Si se quiere dar representatividad y poder a las sexualidades no normativas es totalmente necesario que en toda performance pornoterrorista se realicen actos sexuales contra-normativos. Estos pueden ir desde el fisting hasta la desgenitalización, pasando por la zoo-necrofilia, los dildos, elementos del BDSM y del body art (flagelación, agujas, cortes, asfixias, etc).
− Derramamiento de fluidos y escatologías de cualquier tipo: squirt o corrida vaginal, flujo, semen, sangre (menstrual o no), mierda, lágrimas, vómito. De especial interés la corrida vaginal porque siempre le aporta a la performance un contenido didáctico de suma relevancia para la vida de todxs lxs poseedorxs de vagina que aún no hayan descubierto que tienen el fabuloso poder del géiser.
− El elemento cuerpo es otro de los pilares de la performance pornoterrorista, al igual que elemento voz. Cuerpo desnudo, generalmente integral, que puede ir acompañado de algunos complementos: casquería, partes de animales, máscaras, pasamontañas, etc. Los complementos deben tener un cierto contenido de terror, de gore, de animalidad, de cabaret, de peepshow.
− El maquillaje no suele ser una parte importante ya que un/a performer en realidad no tiene que disfrazarse de nada al contrario de lxs intérpretes. Performance no es teatro, no es una actuación, no hay que fingir nada y el maquillaje es perfecta metáfora de la mentira. De modo que el maquillaje deberá ser usado sólo como ritual bélico-performántico. De este modo, un par de manchas de color en los ojos, barro, sangre, u otras materias orgánicas servirán.
− También complementos como ortopedias variadas (siempre que no impidan al cuerpo pornoterrorista la libre movilidad) dildos, arneses, microcámaras, etc.
− Yuxtaponer estos elementos, añadir más y jugar con ellos recordando siempre que la motivación de todo esto es transmitir con claridad una incitación a la revuelta, a la insurrección, a la libertad de decisión.
En cuanto a las acciones no escénicas el pornoterrorismo puede operar desde los lugares más íntimos como la cama hasta los públicos, como la calle. El taller pornoterrorista se plantea básicamente como un entrenamiento, la entrega de ciertas herramientas emocionales para poder desarrollar el acto pornoterrorista. El pornoterrorismo ha salido a la calle para realizar masturbaciones públicas colectivas, pornoasaltar el Vaticano y demás instituciones del enemigo, aterrorizar a la puta sociedad mostrándole las cosas que sus monstruxs aprendieron a hacer sin su ayuda y a pesar de sus condenas.
El pornoterrorismo es callejero porque la mierda de ahí fuera se merece el castigo de contemplar su fracaso en nuestros cuerpos y nuestros corazones. Esto no quiere decir que la performace pornoterrorista no sea operativa, lo es y mucho y eso es lo que la diferencia del arte mainstream: sirve para algo.
El doble gesto del pornoterrorismo, intangible y plástico, desautomatiza y nos recuerda que podemos romper todo, barajar de nuevo, dejar de leer guiones y hacer lecturas que atenten contra el orden y la nada que se nos propone. Plantea desenchufarnos, dejar de ser dóciles, buenxs, acatadxs, salir de la trinchera del yo, exponernos al dolor y sentirlo suave y caliente, conocer nuestra posición en este plan de destrucción masiva que se nos dirige, y organizarnos de nuevo, en contra, en retirada ofensiva, no con maniquíes programados a la par nuestra, sino con afines y compañerxs de lucha, fuertes. Cortar el flujo que alimenta y desagua las máquinas que pulen nuestra vitalidad segundo a segundo. La huelga humana, punto número uno. Desertar del yo, del varón y de la mujer. Caminar hacia el desierto, hacia la batalla, alegremente, abandonar la ausencia.
El pornoterrorismo traerá a la presencia lo que damos por sentado; fantasmas conceptuales y corpóreos que merodean en el mundo toman visibilidad, horrorizan. Vuelve a pintar el muro que plantado frente a los ojos deviene asfixiante y pretende aplastar con sus reproches y sus reclamos de norma. Nos saca de la placenta que propone el imperio. Nos recuerda principalmente una cosa: hay un código diseminado que programa este mundo, ese código, pese a lo que se nos dice y las amenazas, está desprotegido, y es posible modificarlo, reprogramarlo. Hay que hackearlo. El pornoterrorismo es un comando más del hacker. Es una potencia viral que contagia.
El pornoterrorismo, en su acto mínimo, habilita más que horas de noticieros y días y siglos de democracia. Es un acto que hace presente, a través de una metáfora corporal y poética, la posibilidad mágica de soñar, pensar y traer aquí, como el chamán con el más allá, un mundo nuevo, un cachondo apocalipsis. El mundo que late en nuestras entrañas. El mundo de quienes hemos despertado y somos la pesadilla de quienes aún duermen. Para nosotrxs lxs perrxs, lxs brujxs, las desviaciones del sistema, el más allá está aquí mismo. Es una realización en constante devenir de una idea que nació para resistir y que, independientemente de la mente que le puso nombre y comenzó a practicarlo tal y como es ahora, ya existe desde antes y ha caminado mutando y metamorfoseándose hasta llegar a hoy. Pornoterrorismo es inconformismo sexual no desde el diálogo sino desde la agresión al enemigo. Eso es más viejo que las palabras.
Tomen el pornoterrorismo y háganlo suyo, déjense poseer por él, que su mutación continúe con tantas formas como cuerpos haya, que su escurridiza forma siga escapándose de las manos de todxs, ya sea por cosquilleo, ya sea porque nos ha cortado la carne y ahora sangramos. No esperen que sacie su hambre, sí su lujuria, su rabia, su deseo destructor.
Como el pornoterrorismo es contradictorio no cree en manifiestos. Su núcleo no puede ser expresado con palabrería porque nace de las entrañas, no puede ser apresado por el intelecto porque no puede ser apresado.
De modo que olvida todo lo escrito [ctrl+A+del] sobre el pornoterrorismo y únete sin más. Pelea con nosotrxs. Esta es nuestra invitación y nuestro deseo. Que llueva sangre y flujo, que venga el reino del pornoterror.
(Intervén este manifiesto, crea el tuyo propio, será re-escrito una y mil veces por todxs)
posiblemente la más importante, es la acción directa, la performance. +info: http://pornoterrorismo.com
45 gargajos to “Manifiesto Pornoterrorista”
Raijenstein y desarrollado más adelante a partir de 2006. Tiene diversas maneras de representarse. Una de ellas,
posiblemente la más importante, es la acción directa, la performance. +info: http://pornoterrorismo.com