La hostilidad y los comentarios ofensivos se propagan por internet como un virus que parece inmune a cualquier vacuna. Entre la libertad de expresión y el derecho a ser tratado con respeto hay un encendido debate.
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Alguien entra a un cibercafé en Montevideo y entre las consultas a la casilla de correo electrónico, repasa las noticias del día. A partir de una de las tantas crónicas rojas, decide expresar su opinión: «Me paso por un huevo los derechos humanos con este tipo de personas…vamoo arriba eh! a limpiar planchasssssssssssss».
El mensaje, escrito bajo un seudónimo, queda publicado en internet como otro de los tantos que incitan a la violencia y a la justicia por mano propia. En otro sitio web, alguien califica a Tabaré Vázquez de una manera tan insultante que evidencia nulo respeto a la figura presidencial. En otro, asoma el racismo: «¿Por qué no vas a confesarte a Mundo Afro negro delincuente?»
Bajo la protección del anonimato virtual se ventilan algunas de las opiniones más extremas en el debate social y político uruguayo. Uruguay, que tradicionalmente se vanaglorió de su nivel cultural, descubre otra faceta de sí mismo, una que aunque sea virtual es tan agresiva como la que asoma de vez en cuando en un partido de fútbol. O en una riña en el Parlamento.
El año pasado, el sociólogo Gustavo Leal dirigió la primera encuesta sobre Percepción de Exclusión Social y Discriminación, que dio alarmantes resultados (como, por ejemplo, que más de la mitad de los montevideanos reconocían actitudes de intolerancia hacia personas «pobres»). Leal declinó pronunciarse en esta oportunidad sobre la hostilidad desplegada en internet.
Aunque se trate de un fenómeno reciente y resulte difícil encontrar estudios sistemáticos que lo aborden, los involucrados directamente en el tema (dueños de blogs, editores periodísticos, organizaciones que luchan contra la discriminación) coinciden en que los comentarios agresivos y discriminatorios son cada vez más corrientes en la red.
Y a medida que los insultos y los mensajes de odio crecen, también aumentan las demandas de regular y acotar lo que algunos imaginaron como un ágora libertario y ecuánime, donde uno de los peores insultos sería «censor». Hay peores.
El lunes pasado, se presentó un proyecto de ley que pretende restringir el acceso a ciertos contenidos a menores de edad que acudan a un cibercafé. El proyecto es el primero que se propone, de manera específica, regular qué es lo que se puede ver y qué no en la red. Entre los sitios que les serán vedados a los menores de 18 años están los pornográficos, los de apuestas, los que incitan a la violencia y los que no contemplen la «moral y buenas costumbres». Aunque por ahora se trate de una ley que solo regiría para los menores de edad, hay quienes ven en ella un impulso censor y restrictivo.
Hay otro proyecto de ley listo para ser tratado por el Parlamento, uno que modificaría la ley de prensa y las figuras de difamación e injuria. A diferencia del que se concentra en el acceso o restricciones desde un cibercafé, éste seguiría sin tener específicamente en cuenta a internet como un espacio relevante en el ámbito de la opinión pública.
RADICALES Y MODERADOS. El origen de la reciente diseminación de odio y resentimiento expresado virtualmente puede rastrearse en el cambio tecnológico que significó que internet se convirtiera en una versión 2.0 de sí misma. Eso fue hace casi cinco años.
La web 2.0 permite una mayor interactividad y participación del internauta, demostrada en aplicaciones como las que se encuentran en, por ejemplo, Wikipedia. Ahí es posible editar los contenidos subidos, individual o colectivamente, al ciberespacio.
Ese cambio de nivel permitió y estimuló, entre otras cosas, la explosión de las bitácoras personales o blogs, esos lugares desde donde uno lanza su mensaje personal al océano virtual.
Los blogs contaron desde el vamos con una característica potencialmente enriquecedora: cada uno podía dejar publicado un comentario sobre lo que acababa de leer. Cada aporte sumaría otro punto de vista, cada texto publicado haría de la conversación un rosario de reflexiones y opiniones que contribuirían al igualitario intercambio de pareceres.
No pasó mucho tiempo antes que la mueca de la hostilidad apareciera. Y aunque muchos se creyeran curtidos en la dialéctica de la polémica, más de uno se dio cuenta que costaba cada vez más enlodarse en los registros más bajos de la discusión, donde predomina la ofensa que se lanza muchas veces desde el anonimato. Aquella figura denostada, la del censor, fue revalorizada por muchos, aunque su papel se reciclara en el de «moderador».
Uruguay no fue la excepción a esta tendencia. Aunque internet sigue albergando a muchos que con honestidad y pasión reflexionan y contribuyen al debate de ideas y la circulación de información socialmente relevante, también refugia a aquellos que pregonan el desprecio y el odio sin más.
Recorrer blogs, foros de discusión y diarios digitales solo confirma que expresiones que serían inviables en el debate público en medios fuera de línea (diarios, revistas, radios, etc.), son parte ineludible del viaje. Tales expresiones plantean un desafío para aquellos sitios que deseen estimular el diálogo ciudadano y se abren a los comentarios.
El sitio web de El País habilita en muchos casos, pero no todos, a lectores y navegantes a publicar un comentario, que serán luego moderados para evitar ofensas. «No permitimos malas palabras, y tampoco opiniones que inciten a la violencia o la discriminación. Tampoco comentarios que no tengan nada que ver con la discusión que se está dando. Además, hay una función para reportar abusos a estas normas, que puede ser activada por el que participa de la polémica «, explica Alexandra Hahn, editora de El País Digital, el sitio con contenidos uruguayos con más cantidad de visitantes únicos, de acuerdo a las mediciones efectuadas por Google.
Un diario ya afianzado en el mercado nacional de la información tiene mayores posibilidades de moderar un debate suscitado a partir de la publicación de una noticia o informe. Aún así, algunos comentarios que tienen como propósito principal insultar personalmente a alguien, traspasan el colador.
Un blogger dispone de menores recursos, aunque la comparativamente menor cantidad de lectores permite una supervisión más acorde a las capacidades de un individuo.
SEMÁFOROS. Daniela Couto tiene desde hace tres años el blog Cursos paralelos, un sitio que comenzó como una suerte de fiscalizador de lo que publicaban los medios de prensa establecidos, y se volvió luego un espacio más amplio para la discusión y la reflexión sobre temas políticos, culturales y sociales. «Durante los primeros seis meses no censuré nada. Pero apenas subió la cantidad de visitas, empezaron los comentarios que me bardeaban. O que bardeaban a amigos», cuenta y agrega: «El otro día leí que así como en el tránsito es imprescindible tener semáforos y carteles, también en los blogs se necesita una función así. Estoy de acuerdo con eso».
Benito cerró su primer blog, denominado Fuck You Tiger, porque no soportaba algunos de los comentarios que sus textos suscitaban: «No fue el único motivo, pero influyó bastante. Fuck You Tiger no tenía moderación de comentarios, era leído por mucha gente y había ofendido a mucha gente. Una combinación letal en un medio en el que es fácil atacar en las sombras, algo particularmente atractivo para una idiosincrasia nada frontal como la uruguaya».
Tanto Benito como Couto son, hasta ahora, reconocidos en círculos comparativamente reducidos. Una figura más expuesta a la mirada pública provoca mayor cantidad de reacciones. Y más virulentas. Orlando Petinatti, el conductor de radio y televisión, se encuentra a menudo con ofensas en la red. «Han escrito de todo en contra de mí o del programa Malos Pensamientos. Desde que soy un chanta a que soy un judío tal o cual cosa».
El conductor cree que la nueva tecnología hace más fácil el insulto, pero también explica que se acostumbró bastante rápido y que hasta ahora nunca sintió la necesidad de responder a algún ataque en particular o iniciar un proceso legal. «Hace mucho que soy reconocido. Y me interesa cada vez menos la opinión de gente anónima, gente que no me conoce».
El anonimato que otorga la red, que es muy relativo (casi todo es rastreable en internet), se revela repetidas veces como la licencia para ventilar opiniones de las que nadie se quiere hacer cargo públicamente: «Nunca nadie me dijo algo cara a cara, en la calle», comenta Petinatti.
Otros que generan mucha atención son los equipos de fútbol, que arrastran no solo a los barrabravas y violentos a las canchas sino también a internautas con ganas de descargar su «pasión» en el ciberespacio. El sitio http://www.decano.com de hinchas de Nacional hasta le proporciona la letra que quiera dar rienda suelta a su odio: «Una bandera que diga Che Guevara/ Un par de rockanrroles/ y un porro pa` fumar/Matar a un manya para vengar a Diego/ y en toda La Blanqueada con murga y carnaval».
Del lado de Peñarol, más o menos lo mismo. En el sitio http://www.manyacapo.com, los responsables presentan una sección con melodías populares (Matador de Los Fabulosos Cadillacs, por ejemplo) con letra acorde al supuesto sentimiento del hincha. De esa manera, se le sugiere al seguidor que cante frases como «vamos a mandar a otro bolso al cajón»; «Ya te matamos a Posadas» o «ver morir a un bolso no se puede comparar, es mucho más que todo». El sitio web del hincha de Peñarol llevaba, hasta el cierre de este informe, casi 45.000 visitas.
TIERRA LIBERADA PARA LA OPINIÓN. El sitio Montevideo Comm tiene como política no moderar los debates, por lo que sus foros son suelen ser una muestra de cuando los internautas dejan aflorar lo peor de sí mismos.
El portal habilita a la gente a que comente lo que le plazca en prácticamente todas las noticias que publica. Lo único que se filtra es lo que muchos entienden por malas palabras pero más allá de eso cualquier tipo de opinión es permitida, desde las más benignas a las más hostiles.
El abogado de la empresa, el penalista Juan Fagúndez, explicó a Qué Pasa que hasta el momento, la Justicia solo ha solicitado registros de las direcciones individuales desde las cuales tal o cual comentario fue enviado, exceptuando la demanda que tanto el portal como muchos medios de prensa enfrentan luego de la publicación de la noticia sobre el movimiento que fue posteriormente expulsado del Partido Nacional por su afinidad con ciertos ideales nazis.
«Para empezar, no hay un consenso jurídico acerca de si internet es un medio masivo de comunicación o no. Nosotros consideramos que el portal lo es. Partimos de esa base y así procedemos, acorde a la legislación que rige para un cualquier medio de prensa», explica el abogado.
Eduardo Kierszenbaum integra la organización no gubernamental B`nai B`rith, para la que, entre otras tareas, realiza un seguimiento de las expresiones de antisemitismo en internet. Para él, los sitios que no moderan los debates son una significativa caja de resonancia de las opiniones que circulan en la sociedad uruguaya.
Como ejemplo de las repercusiones que puede tener algo publicado en internet, y las reacciones que puede suscitar, Kierszenbaum presenta dos fajos de aproximadamente 20 carillas A4 con todos los comentarios que varios navegantes dejaron en Montevideo Comm a partir de dos noticias: la inauguración de la muestra sobre el Holocausto judío en el Subte Municipal, y las revelaciones sobre el paso de Joseph Mengele por Uruguay.
Tanto él como el director para América Latina de B`nai B`rith, Eduardo Kohn, opinaron que parte del antisemitismo uruguayo se refugió en el mundo online, aunque les costó un rato de discusión llegar a un acuerdo sobre la mejor manera de proceder para enfrentar el desafío que plantean los negacionistas del Holocausto o los prejuicios que se dejan ver en los comentarios.
Kohn adoptó durante buena parte de la charla la postura de negarle a los negacionistas, valga la redundancia, la posibilidad de expresar sus afirmaciones de que el genocidio judío nunca ocurrió: «Si lo que hago es un agravio para quien está a mi lado, ahí se termina mi libertad», sostuvo en un momento de la charla.
Kierszenbaum, por su parte, opinó que era mejor que estas expresiones no permanecieran en el anonimato, que salieran a la luz. «Creo que la libertad para expresar lo que sea debería ser absoluta. Así, sé a lo que me enfrento, el material con el cual tengo que trabajar. Acepto que el agravio debe tener límites, pero si no sé si la gente piensa tal o cual cosa, no puedo debatir».
Finalmente, acordaron que la educación es la mejor herramienta disponible para erradicar no solo la discriminación negativa hacia los judíos sino también, destacaron, hacia otras minorías. Y que todas las expresiones, incluso las más detestables y ofensivas, deben poder hacerse públicas y que luego hay que atenerse a las consecuencias judiciales.
Desde Mundo Afro, el diagnóstico de la situación, y las posibles medidas a tomar, están en sintonía con las que postularon Kohn y Kierszenbaum. Adán Parreño, coordinador general de Mundo Afro, dijo estar «profundamente preocupado» por el racismo que detecta en internet, pero tanto él como Alejandro Cruz, que trabaja en la sección de Comunicación de la organización, no apoyarían una prohibición a la expresión de opiniones racistas: «Es que si se empieza con prohibir que se diga o escriba tal o cual cosa sobre los negros, o los judíos, o cualquier otro grupo, la prohibición puede fácilmente extenderse a otro tipo de opiniones», dice Cruz. Parreño agrega que «todos deben tener el derecho a expresarse, aunque también deben hacerse cargo posteriormente de lo que afirman o escriben».
En lo que todos coincidieron desde el principio es que en el espacio virtual compartido por los uruguayos es el único lugar donde se afirman cosas que nadie se atrevería a afirmar si tuvieran que dar su nombre y cédula de identidad.
UN ESPACIO EN COMÚN. La libertad de expresión es el principal tema que subyace en el debate de los alcances que tiene internet en la discusión pública uruguaya. La legislación actual ofrece garantías para la circulación de datos y opiniones en la sociedad, aunque también establece límites para las acusaciones de injuria y difamación. El periodismo es tal vez el área donde los límites entre una cosa y otra son más a menudo examinados. El periodista y abogado Hoenir Sarthou participó de la redacción de un proyecto de ley que modificaría la actual ley de prensa.
La iniciativa de cambiar la ley surgió de varias instituciones, entre ellas la Asociación de la Prensa Uruguaya, APU. «La libertad de expresión en internet no está ni estará regulada especialmente. La nueva ley de prensa, en caso de ser aprobada, no considera al espacio virtual de manera esencialmente distinta a los medios fuera de línea», comenta Sarthou, que agrega que la difamación no es un delito exclusivo de los medios de comunicación.
El especialista jurídico en temas de libertad de expresión no se alarma demasiado por lo que se escribe en un sistema que tiende, dice, a autorregularse con el paso del tiempo. Pero más importante aún es la tolerancia en una sociedad democrática. «Si tomamos del antisemitismo, por ejemplo, habría que aclarar algunas cosas. Detesto ideológicamente el racismo y el nazismo, pero estoy en contra de criminalizar las ideas, incluso esas. ¿Es verdaderamente democrático un sistema si en él solo se pueden discutir ideas democráticas?».
El abogado está convencido de que la democracia puede vencer esas ideas con argumentos y datos que serán respaldados por la mayoría de la sociedad, y que las actuales herramientas jurídicas ya disponibles son suficientes para regular lo que se publica online.
Daniela Couto, por su lado, se opone a una regulación legislada como la que se ha propuesto para los cibercafés. «Nadie se va a convertir en un monstruo por ver una página pornográfica. Aunque concuerdo en que es más grave cuando se trata de sitios pronazis. Además, ¿qué va a pasar en las casas? ¿Cómo se regulará ahí? ¿Van a obligar a los padres a instalar filtros para lo que se puede ver y lo que no?», se pregunta.
En un punto, todos los consultados llegan a un consenso: hay que hacer lo posible por proteger la libertad de expresión, objetivo que debería poder cumplirse con un sostenido trabajo de educación, para cuidar de un espacio en común cada vez más accesible. El año que viene, cuando concluya la entrega de todas las computadoras del Plan Ceibal, cerca de 300.000 niños contarán con la posibilidad de acceder a muchos de los contenidos de la red.
Con ellos, también más padres y adultos tendrán a su disposición la oportunidad de informarse y opinar sobre los temas que influyen sobre el clima social. A medida que el ciberespacio esté cada vez más poblado, es probable que aumenten las ganas acordar, o imponer, normas de convivencia, reglas que contemplen los derechos y las obligaciones de todos, mientras otros seguirán afirmando que la libertad es libre. Incluso para lo insultante.
Si no estás en internet, no existís… O sí.
Figurar en la red es, para algunos, exponerse a las críticas, los ataques, las burlas y las ofensas. Y cuanto más fama, más vulnerabilidad. Algunos ya tomaron medidas para que su nombre sea lo menos localizable posible en la red. Un caso notorio es el de Diego Maradona. El futbolista logró, proceso judicial mediante, que nadie que tipee su nombre en la versión argentina del buscador del portal Yahoo, llega a los cientos de sitios que se ocupan de su figura: «Con motivo de una orden judicial solicitada por partes privadas, nos hemos visto obligados a suprimir temporalmente todos o algunos de los resultados relacionados con ésta búsqueda» es lo que aparece cuando se escribe el apellido del actual director técnico de la selección argentina de fútbol.
Los aduaneros de la información
Google tiene el motor de búsqueda más usado en internet. El privilegio de ser el vehículo preferido por la mayoría para llegar a determinada información generó mucho dinero, pero también la delicada situación de tener que elaborar políticas para responder a exigencias de, por ejemplo, gobiernos con ganas de controlar la información. En el diario The New York Times se informó el mes pasado del Consejo de la empresa para cuestiones de libertad de expresión y ofensas. El órgano integrado por abogados y otros especialistas debe determinar si complacer a gobiernos cuando éstos piden que se bloqueen algunos sitios o servicios. De acuerdo al artículo, hace dos años el gobierno turco exigió que Google retirara todos los videos de YouTube (propiedad de Google) que se referían al extinto líder Kamal Ataturk en forma ofensiva. De lo contrario, Turquía seguiría bloqueando el acceso a YouTube a cualquier computadora situada en ese país. En una primera instancia, varios videos fueron bajados, pero el gobierno turco volvió a la carga y exigió también que se bajaran videos que ofendían a «lo turco» en general. Luego de muchas negociaciones, Google acordó bajar cualquier video que violara solo la legislación turca, pero solo en ese país. Otro ejemplo es que nadie que intente llegar a un sitio pronazi podrá hacerlo desde las versiones locales de Google en Alemania y Francia.
Facebook
La red social más famosa del mundo tuvo un crecimiento explosivo en Uruguay. De acuerdo a lo que indicó el gerente de El País Digital Gonzalo Rosadilla, el crecimiento de Facebook en Uruguay superó en poco tiempo a todos los demás medios de comunicación, blogs y portales de información con contenidos nacionales. Además de posibilitar la exhibición de aspectos de la vida de los que se suscriben a la red (fotos, comentarios, asistencia a «eventos», etc.), también es factible agruparse en torno a intereses en común. Uno de los grupos formados de esa forma lleva el nada sutil nombre de «No mato a un plancha porque voy en cana». Hasta el momento 216 personas se anotaron y algunos de ellos publican, con foto, nombre y apellido, opiniones como estas: «Exterminio a las malditas piltrafas, miserias y perdición del país!! Muerte a los planchas!! Que sea la ley primera!!!» (publicado el 8 de diciembre); «antes de haber leyes re pelotudas debería haber la ley de: MATAR A UN PLANCHA SEA LEGAL!» (9 de noviembre). La única foto publicada en el grupo es la de un joven de aspecto «plancha», descrito así: Queridos amigos les presento a…un Plancha….o como cientificamente lo denominan RATILOFILUS DESDENTADIS MUGRIENTUXS».
Fuente: http://historico.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/08/12/13/quepasa_386815.asp