por Joan Arehart–Treichel
Hay mucho menos mujeres que hombres acosadores –solamente de un 12 por ciento a un 13 por ciento de todos los acosadores, según algunos cálculos. Pero ¿cómo se comparan las acosadoras con sus homólogos masculinos? ¿Son igual de depredadoras y peligrosas?
La respuesta es sí, de acuerdo con tres autoridades –Paul Mullen, MD, profesor de psiquiatría forense de la Universidad de Monash en Clayton, Victoria, Australia, y Rosemary Purcell y Michele Pathe, también de la Universidad de Monash (Psychiatric News, 15 de junio de 2001). Estos expertos reportaron sus resultados en American Journal of Psychiatry en diciembre.
Mullen y sus colaboradores decidieron obtener sujetos para su estudio de una clínica forense comunitaria de salud mental que se especializa en la evaluación y manejo de acosadores y acosados. Quienes llegan a la clínica provienen en su mayoría de tribunales, servicios correccionales de la comunidad, la policía y diferentes médicos.
Mullen y sus colegas definieron el acoso, con propósitos de su estudio, como un acto persistente (duración de al menos cuatro semanas) y que se repite (10 o más) intenta entrometerse o comunicarse con la víctima, quien percibe este comportamiento como no deseado y que le provoca miedo. Se trataba de una definición intencionadamente conservadora.
Mullen y su equipo seleccionaron 190 acosadores de la clínica que reunían las características antes mencionadas –150 hombres y 40 mujeres. A continuación, se reunieron datos demográficos, psiquiátricos, y comportamiento de acoso de los sujetos y la compararon con base en el género.
Los acosadores hombres y mujeres no difirieron en cuanto a edad, los investigadores encontraron que la media de edad para ambos era de 37 o 38 años. Tampoco los dos grupos de acosadores difieren en cuanto al estado civil, situación laboral, de perfiles de diagnóstico –varios en ambos grupos tenían trastornos delirantes, trastornos de personalidad, enamoramientos mórbidos, y así sucesivamente. (Acosadores Hombres y mujeres también tienden a usar métodos similares de acoso, excepto que las acosadoras favorecieron el uso del teléfono, y los acosadores masculinos la persecución física).
Contrariamente a la creencia popular, las acosadoras no eran menos propensas que sus homólogos masculinos a amenazar a sus víctimas o atacar su persona o sus propiedades. Por ejemplo, una acosadora había dañado el auto deportivo de su víctima, su ex novio. Otra pintó mensajes obscenos en la cerca de la casa de su víctima. Nueve de las 40 acosadoras atacaron físicamente a sus víctimas, y la naturaleza de las agresiones no difirieron mucho de la de los hombres acosadores, excepto que las mujeres no cometieron ninguna agresión sexual.
«No hay ninguna razón para suponer que el impacto de ser acosado por una mujer sería menos devastador que el serlo por un hombre», Mullen y sus colaboradores escribieron en su informe.
Los investigadores descubrieron, que había algunas diferencias entre los y las acosadoras –primero, la elección de la víctima. Con sólo dos excepciones, las acosadoras se centraron en personas con quienes tuvieron contacto profesional, especialmente psiquiatras, psicólogos y médicos internistas, aunque profesores y profesionales del derecho eran blancos ocasionales. Los hombres acosadores, por el contrario, siguieron una amplia gama de víctimas –no sólo profesionales, también ex-parejas íntimas, conocidas o extrañas. Por otra parte, mientras que las mujeres acosadoras eran tan propensas a perseguir a mujeres como a hombres, los acosadores varones fueron más propensos a perseguir mujeres.
Por último, tanto las mujeres como los hombres se dedican a acosar porque se sentían rechazados, querían vengarse, o pensaban que el acoso los ayudaría a conseguir una cita. Pero, significativamente, más acosadoras mujeres querían establecer una relación íntima y amorosa con la persona que perseguían.
El estudio fue financiado por una beca de postgrado a Purcell por parte del gobierno federal de Australia .
El informe, «A Study of Women Who Stalk», se encuentra en la web en ajp.psychiatryonline.org en el número de diciembre de 2001 AMJPSYCHIATRY20011582056
También lo puedes encontrar en este blog en: http://lasdisidentes.com
Traducción: Las Disidentes