Ella sueña, como usualmente lo ha hecho, en abandono y traición, en esperanza perdida, en su ser con el cuerpo perdido, en el cuerpo abandonando el improbable ser. Se siente como un castillo alguna vez orgulloso, cuyos muros se han colapsado, sus salones y torres invadidos, no por ejércitos merodeadores, pero por modestas criaturas, murciélagos, pájaros, gatos, su muerto ser, un descuidado ejército merodeando en otra parte con esparcidas y confusas intenciones.(1)
Robert Coover